Los ejecutivos de muchas empresas se reúnen estos días para discutir los últimos resultados financieros. En Activision han hecho lo propio y no están satisfechos con los números cosechados por la última entrega de Call of Duty.
Infinite Warfare ha servido a Activision para tener claras dos cosas. Una es que su público objetivo no está interesado en la ambientación espacial que ofrece el videojuego. ¿A qué se debe esto? Pudiera ser porque los jugadores, directamente, no se sienten atraídos por la temática. O quizá estén cansados de la vertiginosa progresión futurista-scifi que ha sufrido la saga durante los últimos años y quieran un cambio.
La segunda es que, debido a esos malos resultados, hay que hacer algo al respecto. Y es que su antiguo título, Call of Duty: Black Ops III, está dando más beneficios relativos y mejor tasa de usuarios (sobre todo gracias a los DLC) que los que esperaban con Infinite Warfare. Por ello han dado un golpe sobre la mesa y han dicho que Call of Duty «volverá a sus raíces».
¿Que qué quiere decir ésto? Pues quiere decir que la nueva entrega de la saga, desarrollada por Sledgehammer Games, llevará a los combatientes de vuelta a la centuria anterior. Pero claro, 100 años son muchos años. ¿Cuándo exactamente? Esa es la incógnita que queda por despejar. Según los rumores y las bocas que rodean el proyecto de Activision y Sledgehammer Games, lo más probable es que la década de los 60-70 sea la escogida.
En plena Guerra Fría a causa del choque entre el imperialismo estadounidense y las ambiciones de la URSS, los conflictos que vienen a la mente son aquellos que tuvieron lugar en el sudeste asiático (en Vietnam, mayormente).
Habrá que esperar a que esta información se confirme, pero lo que es seguro es que la entrega de 2017 carecerá de jetpacks, exoesqueletos y demás elementos futuristas.
